Una danza suspendida entre el metal y la tierra.
Estos pendientes combinan la fuerza sutil de la plata con la calidez abigarrada del jaspe mookaíta, como hojas atrapadas en el ámbar del tiempo. Cada piedra, tallada en forma de gota, parece contener una brizna de fuego otoñal, una memoria vegetal que se resiste a desaparecer.
Forjados en plata 925 y cuidadosamente engastados a mano, son ligeros pero con presencia. Inspirados en los ciclos de la naturaleza, ideales para quienes buscan joyas con carácter y conexión con lo esencial.